25 de agosto de 2009

SEÑOR CHU / viejas rutinas

El Señor Chu estacionó su auto a 6 cuadras del barrio señalado. Pese a que su vehículo no era muy llamativo, al Señor Chu siempre le gustaba tomar precauciones por si acaso alguien de los alrededores tuviera un vínculo con sus objetivos y reconociera su patente.

Mientras caminaba rumbo al edificio que le fue señalado, el Señor Chu recordó alguno de sus chistes favoritos para poder relajarse un poco. Para el Señor Chu, siempre es bueno realizar su labor con la menor tensión posible.

El Señor Chu fue a la parte posterior del edifcio. Sin mucha dificultad, llegó al segundo piso gracias a la disposición de las terrazas. Mientras esperaba a que las luces se apagaran y todos adentro se fueran a dormir, el Señor Chu pudo oir una fuerte discusión entre las cuatro personas presentes en el departamento. Era como su contacto le había dicho, las disputas por dinero entre aquellas personas estaban mermando la confianza que se tenían.

A eso de las 4 de la mañana, el Señor Chu ingresó al departamento sigilosamente. Antes de realizar su trabajo con su cuchillo, se aseguró que dentro del departamento estuvieran los otros implementos que él requería, jeringas, cocaína y algunos frascos de adrenalina.

Ya con cuchillo en mano, el Señor Chu procedió a darles cortes precisos a 3 de los objetivos para provocarles una muerte instantánea, el resto de las puñaladas eran a pedido de su contacto. Con total calma y control de sus acciones, el Señor Chu procedió a manchar las ropas y manos del cuarto objetivo con la sangre de las víctimas, darle una copia de su cuchillo manchado en sangre e inyectarle una pequeña dosis de adrenalina. Tuvo que hacer todo esto con cuidado para no despertar a aquel hombre en la cama.

Tan pronto terminado su trabajo, el Señor Chu salio del departamento y se dirigio a su auto para poder ir a su casa. El procedimiento realizado no era muy distinto a otros trabajos que el Señor Chu había hecho. Su contacto estaría satisfecho, no pudo aprender a su objetivo por anteriores casos de tráfico de drogas, pero con este triple homicido, seguro que el Detective que contrató los servicios del Señor Chu conseguiría el ascenso que deseaba.

Como de costumbre, el Señor Chu iría a cobrar su cheque a la hora y lugar especificada por su contacto.

9 de agosto de 2009

SEÑOR CHU / un día como cualquier otro

Con los primeros rayos del sol, el siempre reservado Señor Chu se despertó. Tras hacer la rutina matutina de ducharse, lavarse los dientes, vestirse y desayunar, el Señor Chu partio lo más rápido posible al banco más cercano a su casa.

En el banco, el Señor Chu no tardó mucho en pasar a un cajero para cobrar el cheque, un millón de pesos depositados en su cuenta de ahorros. Pese a que los bancos siempre le causaban suspicacia, el Señor Chu siempre prefería mantener algunos estándares, para evitar sospechas entre sus contactos y su muy cerrado círculo íntimo.

La tarde fue muy común para el Señor Chu, almuerzo, caminata por el parque y una rutina de ejercicios para mantenerse en forma. Cerca de las 5 de la tarde, el Señor Chu regresó a su casa para ver si tenía algún mensaje. En su e-mail llegó un nuevo correo con fotos de 4 personas y un mapa detallado del barrío donde estas personas residían.

El Señor Chu procedió a cambiarse de ropa y tomar su cuchillo "este es un trabajo que requiere un procedimiento muy cercano" se dijo a sí mismo, el Señor Chu se subió a su auto y partió rumbo al destino que su contacto le había dado.

Otro día común en la vida del Señor Chu.